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Miedo a los ruidos en la infancia.

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Los miedos forman parte del genotipo del ser humano, especialmente en la etapa infantil, donde el niño se enfrenta continuamente a experiencias nuevas (algunas de ellas aterradoras), y todavía carece de los mecanismos de defensa y de las estrategias para afrontarlos que tenemos los adultos.

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Es conveniente diferenciar lo que es un miedo propio de la edad a un temor que puede derivar en ansiedad o fobia.

MIEDO A LOS RUIDOS

Hablaremos de ansiedad o fobia cuando éste sea muy intenso, dure mucho tiempo y le repercuta en su buen funcionamiento, por ejemplo, que evite situaciones que el resto de niños afrontan con más o menos naturalidad.

En la infancia, se pueden enumerar innumerables experiencias generadoras de miedo, como por ejemplo, la oscuridad, los animales, las tormentas, la ausencia de los padres, los extraños, las brujas y los fantasmas, entre otros. A continuación le exponemos un breve resumen de los temores típicos de la infancia hasta los 10 años.

Los niños de dos años suelen tener miedo a los ruidos fuertes y a animales. Actos cotidianos como enchufar la aspiradora en casa y el taladro, ir al wáter o la ausencia de los padres, pueden generarles temores, que conforme van creciendo suelen desaparecer.

Entre los tres y cinco años suele aparecer temor hacia la oscuridad, lo desconocido, los ruidos fuertes y les preocupa hacerse daño cuando juegan. El temor a que papá o mamá se ausenten se mantiene.

Los seis y siete años es una etapa especialmente sensible dado que surgen los miedos asociados a lo fantástico, las brujas y los monstruos, y pueden a parecer los temores a dormir solo, que pueda ocurrir algo bajo de su cama y a los ruidos fuertes (este miedo puede mantenerse).

Entre los 8 y 10 años, suelen reducirse los temores aunque sus preocupaciones van ligadas al miedo al ridículo y a no ser aceptado por los demás.

A MODO DE EJEMPLO

La ligirofobia es un miedo irracional a los ruidos fuertes, agudos, normalmente repentinos, como los de las explosiones producidas por la pólvora, y el estallido de un globo

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SÍNTOMAS FRECUENTES

Sudoración.

  • Deseo de huir de la situación.

  • Ansiedad anticipatoria (pensamientos asociados con él “¿y si ocurre algo malo?” “¿y si…?”

  • Taquicardia (el corazón late más deprisa).

  • Respiración entrecortada.

  • Bloqueo mental.

  • Estar en alerta de manera desmedida.

  • A nivel conductual suelen buscar mecanismos de seguridad como no salir de casa, taparse los oídos, dar rodeos cuando van por la calle para evitar determinados sitios, utilizar auriculares con la música muy alta…

RECOMENDACIONES PARA LOS PAPÁS

  1. Enseñar pautas para que el niño aprenda a calmarse y practicarlas en casa hasta que pueda relajarse completamente (respiración, relajación, mindfulness, concentrarse en algún objeto,…).

  2. Si usted tiene temor también ante estas situaciones intente controlar sus reacciones. Recuerde que los niños son esponjas, y una actitud negativa por parte de los progenitores fomentará más temor. Intente mantener la calma. Si su hijo ve tranquilidad, le resultará más fácil afrontar las situaciones que teme.

  3. Es conveniente que le anticipemos lo que va a pasar de una manera fácil y concreta y explicarle el porqué del uso de la pólvora. Hay que hacer un esfuerzo en hacerle ver la relación entre el uso de la pólvora con la alegría y lo festivo.

  4. En casa podemos recrear los sonidos. Existen en youtube multitud de vídeos de “mascletás” o de “globotás” que pueden servir como modelos de aproximación a lo que le genera malestar. Explíquele al niño que se le va a ayudar a dejar de asustarse de los ruidos viendo esas grabaciones, y que él va a conectar la grabación y va a controlar el volumen.

  5. Ponga en marcha el vídeo elegido en un principio sin sonido. Intente que el niño esté muy relajado, y pruebe a que pueda subir el volumen de la grabación de manera paulatina. El objetivo es By que pueda llegar a escuchar la grabación con un volumen razonable y con pocas reacciones de ansiedad. Refuerce sus avances. El elogio es mágico.

  6. Pruebe con experiencias reales. Los globos pueden ser un buen ejemplo. Permita que el niño hinche un globo, juegue con él, y avise que lo va a pinchar o que lo haga él mismo. Refuerce sus avances de nuevo. No desespere si no lo consigue a la primera.

Es importante tener paciencia, no perder los nervios, y no compararlo con otros niños que no tienen miedo. Tiene que recibir el mensaje de que lo entendéis y que sabéis que lo va a conseguir, dado que es un campeón, y que vais a estar a su lado para ayudarlo.

Si el niño percibe en los padres tranquilidad, confianza y seguridad será más fácil que afronte este reto, para él mayúsculo, con más probabilidades de éxito.